Qué bonito es el día en el que se estrenan zapatos nuevos, vestido o pantalones nuevos, camisa nueva, incluso empresa, logo, web y blog nuevo. Quién no disfruta con el olor de un coche recién salido de fábrica, listo para estrenar, u hojear un libro al que se le acaba de quitar el plastiquito, que ya no hay que andar como antiguamente separando las hojas con un abrecartas. Creo que no conozco a nadie que no le guste estrenar cosas nuevas.
Pero, ¿qué sucede cuando eso que estrenamos es algo que, en realidad, no estamos preparados para abrir y afrontar? Me explico, imaginad que lo que hay que estrenar es un nuevo puesto de trabajo en una empresa para la que no hemos trabajado nunca, con sus equipos ya formados, en una ciudad que no es la nuestra (o al menos en una zona que no es la habitual), con unas dimensiones y una filosofía distinta a aquella que hemos dejado atrás. Para la mayoría de las personas, esto ya no resulta tan sencillo ni tan gratificante y, para muchas de ellas, puede llegar a ser un verdadero fastidio y un auténtico problema.
Lo primero es saber qué es lo peor que podría suceder y tener las cosas bajo control.
Para poder asumir mejor los cambios, lo primero es darse cuenta de que la renovación y el cambio siempre es bueno, positivo y ayuda a crecer. Cuando uno tiene miedo al cambio ante todo tiene miedo a lo desconocido, y cuanta más información se consiga sobre la nueva dirección que se va a emprender, menor será la sensación de caída al vacío. Total, ¿qué es lo peor que podría suceder? Si uno se responde a esta pregunta, dar el primer paso hacia lo nuevo se hace mucho más sencillo. Y si además sentimos que tenemos el control sobre el tema, o que controlamos la mayoría de los parámetros estresantes que nos agobian, todo será más llevadero.
Celebrar y reencuadrar, las claves del éxito
Cuando empezamos a asumir cambios no todo va bien. Lo sé. Y esto muchas veces hace que se nublen los logros que sí conseguimos. Podéis llamarme “celebrator” o lo que queráis, pero aquello que sí logramos hay que celebrarlo SIEMPRE y a lo grande. Quien algo quiere, algo le cuesta. Y hay que esforzarse, hay que ponerse en acción y muchas veces, hay que aceptar que igual nos hemos equivocado de camino, que podemos reencuadrarlo y tirar por otro sin problemas, y que eso, precisamente, puede ser la clave del éxito.
Sé que en muchos casos no es fácil. Los cambios fuertes la mayoría de las veces nos generan estrés y ansiedad, pero hay que aprender a lidiar con ello. La meditación, las distintas técnicas de relajación y/o practicar el mindfulness nos puede ayudar a gestionar mejor estas sensaciones desagradables. Y si vemos que aun así se nos va de las manos, siempre existirán profesionales a los que acudir. Sea como fuere, lo mejor es no huir de los cambios sino afrontarlos con buen humor y ganas, porque, en realidad, cada cambio es un nuevo día de estreno.
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